Pobre física cuántica. Cómo muchos se aprovechan de su nombre para que sus argumentos parezcan científicos. Siempre queda muy vistoso hablar de cuántica cuando no puedes explicar alguna superchería. Pobre cuántica. La pobre.
Hace unas semanas publiqué en mi perfil de Facebook un comentario sobre el libro que acababa de terminar de leer. Se titula “Sonríe o muere: la trampa del pensamiento positivo”, de Barbara Ehrenreich, y es una crítica a la teoría del pensamiento positivo, esa teoría que dice que podemos conseguir todo lo que nos propongamos y que con nuestro pensamiento atraemos las cosas con nuestro pensamiento. Si quieres un Ferrari, solo piensa en él todos los días y lo tendrás, según esta (en mi opinión, muy disparatada) teoría. En el libro, entre otras cosas, se explica cómo se engaña a enfermos diciéndoles que sus enfermedades son bendiciones y oportunidades, cómo se les culpa de no curarse por no ser positivos, cómo muchas empresas manipulan a sus trabajadores con el pensamiento positivo para que produzcan más, cómo el pensamiento positivo influyó en la actual crisis económica, o cómo pastores y esos nuevos gurús llamados “coachers” ganan mucho dinero a base de repetir que solo con tu pensamiento positivo conseguirás todo lo que te propongas.
¿Y qué tiene que ver todo esto del pensamiento positivo con la física cuántica? Pues nada, pero siempre hay alguien que relaciona cualquier cosa con la cuántica, y es justo lo que pasó en los comentarios que recibí en Facebook. Cuando alguien se quedó sin argumentos y me dedicó el clásico “no se puede ser categórico”, porque “eso lleva a miopía mental”, salió a escenario nuestra amiga la física cuántica. El experimento del gato de Schrödinger, el colapso de la función de onda, escala macroscópica y microscópica, dualidad onda-corpúsculo…todo eso en un único párrafo para terminar diciendo que eso explica “la relación intrínseca que hay entre una cosa y la creencia que se tiene sobre esa cosa”. Por supuesto, también salieron las vibraciones y las resonancias, pues este señor decía que emite (no se qué) cuando piensa en algo para atraerlo. Las frecuencias de vibración son otro clásico entre los clásicos en la superchería, del que ya he escribo en este blog, pero esta vez quiero destacar el comentario sobre física cuántica. El usuario de Facebook que escribió eso simplemente lo habrá leído en algún sitio, porque claramente no parecía comprender de qué estaba hablando ni cómo estaba relacionando unas cosas con otras, pero tenía muy interiorizado que la física cuántica era la respuesta.
Este es solo un ejemplo vivido en primera persona, pero es muy habitual últimamente ver cómo se usa terminología relacionada con física cuántica para confundir a la gente y atraerlos a ciertas terapias “alternativas”. No hay más que darse un breve paseo por internet para comprobarlo, pero aveces ni siquiera hace falta acudir a la red. Ayer, paseando por el Puerto de La Cruz (Tenerife) pude ver un cartel de un centro de “terapias alternativas” que tiene la palabra Quantum en su nombre. Si buscas en google, encontrarás rápidamente charlatanes que hablan de “medicina cuántica”, “sanación cuántica”, homeópatas que tratan de perpetuar su engaño recurriendo también a la cuántica, psicología cuántica, metafísica cuántica, relación entre física cuántica y terremotos, entre otros.
Se ha puesto de moda que quien quiera explicar alguna pseudociencia use el nombre de la física cuántica. De hecho, si buscas “física cuántica” en google, entre los primeros resultados ya vas a encontrar temas de pseudociencia. Eso sin duda hace que algunas personas vean un halo de ciencia real en estos temas. Es una técnica que sin duda va a conseguir que más gente caiga en sus engaños.
Pobre física cuántica. Cuánto daño se está haciendo usando mal tu nombre.Follow @IamSilviaAlonso